El ruido se transformo en silencio porque podía escuchar todo en ese estado de tranquilidad que solo el silencio te da. Podía sentir en mi piel la velocidad y el aire que entraba por la ventana y que alborotaba mi cabello. Y aun que me sentía en un momento de individualidad sabia que a mi lado, el podía sentir lo mismo que yo. Como si pudiéramos sincronizarnos. Como si nos comunicáramos sin palabras. Fue un momento breve. Esos 5 minutos que duro la canción. Pero prometo que para mi fueron infinitos. Prometo que el reloj y el tiempo dejaron de existir. Justo ahí, a su lado.
Acostados en el suelo frio y sucio que se tornaba cálido conforme me olvidaba de mi cuerpo y me concentraba en su rostro, en sus ojos mirando el papel, en su mano escribiendo.
"Mírame a mi!" Le gritaba dentro de mi mente. Y le avente una pequeño papelito "te quiero" porque de verdad lo quería, a el, a su mirada sobre la mía, a su sonrisa sobre la mía, a sus cartas sobre las mías. Y así comenzó ese juego nervioso de papelitos. Así comenzó ese juego de sudor en las manos. Sin miradas, sin caricias, pero lleno de nuestras mentes.
Apague la luz, mis movimientos cada vez mas lentos, mi mente estaba en un gran dilema "me acerco o no me acerco".
De pronto sin pensarlo demasiado estaba sobre el. Mi pecho contra el suyo. No podía ver nada pero podía sentirlo todo. Mis mejillas contra sus labios, su calor contra el mío. Sentí la humedad de su boca, de su cuerpo. Sentí esa energía que recorrió mi cuerpo de los pies a la cabeza. Y nos besamos. Me beso de la mejilla hasta los labios muy lentamente, cautelosamente. Me beso todo el cuerpo con ese beso en los labios. Entro por mis labios recorriendo mis pechos, paso por mi ombligo y viajo por mis nalgas hasta llegar a los pies. Me beso los sentimientos, me beso la mente y los pensamientos.
Me levante y me metí a la cama. De pronto sentí sus manos en mis pies acariciándome. Y juro que sentía que nos seguíamos besando. El roce de sus manos con las plantas de mis pies viajaron de la misma manera que viajaron esos besos que nos dimos en el suelo.
Lo observe desde la tarde del sábado hasta la noche del próximo domingo. Nueve días de sus sonrisas y sus carcajadas. Lo observe dormir en el piso bajo el sol y el viento alborotando sus cabellos justo a un lado de la bocina con su música. Lo observe sudar por miedo, por cansancio, por el sexo y por calor. Los observe jugar con los niños y regañarlos también. Lo tuve entre mis brazos vestido y desnudo. Lo tuve por la mañana despeinado y peinado. Lo tuve por la noche a mi lado. Escuche su respiración, sus flatulencias, sus ronquidos, sus gritos y sus discursos. Lo vi llorar, sufrir, disfrutar y amar. Lo vi ser el mismo y así fue como me enamore de el.
Llego la noche y sin decirlo sabíamos que dormiríamos juntos. Sabíamos que teníamos tanto cariño guardado y que era preciso descargarlo. Teníamos tantos besos, tantas gotas de sudor, tantas palabras, tantos abrazos, tanto amor y tanta energía sexual que darnos.
Acostados en el suelo sobre los sleeping bags, en la oscuridad. Viéndonos a los ojos, profundos en nuestros sentimientos. Entonces le pedí que me hiciera el amor. Por favor hagámonos uno mismo por un rato para poder entendernos. Necesito saber cuanto me quieres y que sepas como te quiero. Nos quitamos los pantalones y sin ver nada sentí poco a poco como por primera vez el entraba hasta lo mas profundo de mi cuerpo. Acaricie sus piernas, sus nalgas y su espalda. Me enamore de cada esquina y curva de su cuerpo que pude alcanzar con mis manos en ese momento. Fuimos tan silenciosos como pudimos para no despertar a los demás y en el silencio pudimos escuchar la conversación de nuestros cuerpos. Así fue como sin certeza supimos que nos queríamos para un buen rato.
Acostados en la cama después de una larga caminata. La luz entraba por la ventana y llegaba a cada rincón del cuarto. Todos dormidos creando un silencio profundo en el que podíamos escuchar claramente el viento. Entrelazamos nuestras piernas, acercamos nuestros abdómenes para sentir la cálida presencia de nuestros cuerpos. Nuestros brazos rodeando nuestras espalda. Nos veíamos a los ojos y la conversación fluyo con el momento. Ahí, en el calor de sus brazos y su cuerpo pensé en mi pasado, y extrañe a quien no tenia cerca. Entonces le pregunte si el extrañaba a alguien y menciono a su papa.
Sonó la alarma, teníamos que irnos a la misa pero no queríamos levantarnos. Habían pasado 20 minutos que para nosotros habían sido 5.
Nos sentamos sobre el pasto seco y bajo el rayo del sol. Sudando y muy acalorados después de una muy larga y cansada caminata. El se sentó de chinito y yo me acosté sobre el pasto con la cabeza sobre sus piernas. Mis brazos alcanzaban su cintura, sus pernas y sus manos. El se inclino hasta llegar a mis labios que estaba solo un poco mas arriba de sus piernas. Beso mis labios y entre todos los que estábamos ahí me sentí muy nerviosa. Sus besos me electrizaban todo el cuerpo. Me llegaban al ombligo, me hacían sentir lo bello de nosotros, cuanto nos necesitábamos para descargar el cariño que guardábamos.
Parada frente a él y él sentando sobre el filo del sillón. Me tomo de la cintura, me beso y luego se aventó hacia atrás conmigo entre sus brazos. Nos acomodamos acostados en el sillón. Muy cerquita de él, mirando sus ojos, chocando contra su abdomen y entrelazando mis piernas con las suyas. "Me gustan tus ojos oscuros pero grandes y tiernos. Me gustan tus costados y lo que sientes cuando te acaricio. Tu piernas peludas y muy pálidas. Los hoyitos que tienes en la espalda baja. Tus nalgas musculosas, engañosas que parecen ser pequeñas pero no lo son. Me gustan tus movimientos delicados y los bruscos. Tu sonrisa que muestra hasta la encía." Le dije tantas cosas, que por un momento sentí que me estaba alejando a mi misma. Que bien se siente estar enamorada de ti.
Estaba nerviosa pero no quería estarlo. Siempre hay una primera vez para todo y quería aventarme a hacerlo con el en ese momento. Conducimos hasta llegar al segundo hotel que vimos sobre la calle. Sabia que caeríamos en buenas manos. Era un lugar acogedor. Los mosaicos de la pared eran como los de una alberca, las puertas de madera viejas y desgastadas. Entramos al cuarto, los nervios ahora eran lo contrario. Me sentía como una niña con juguete nuevo queriendo picar todos los botones, abrir todas las puertas y tocar todas las superficies. Nos aventamos a la cama como los dos niños que somos, comenzamos a besarnos hasta que la ropa me incomodo demasiado. Nos desvestimos, él a mi, yo a él. Bajo y comenzó a besarme entre las piernas, yo ya estaba excitada desde mucho antes. Le pedí que subiera y que me cogiera. Me penetro de misionero, como es lo usual. Entonces nos aburrimos y probamos algo nuevo. Yo al filo de la cama y el de pie. Tomaba mis piernas juntas y golpeaba muy duro. Yo podía sentirlo tan dentro que golpeaba mi pelvis por dentro. Dolía, pero no tanto, me gustaba y verlo disfrutar era mi parte favorita. Me encantaba vernos al espejo, verlo a el moviéndose adelante y atrás, podía ver las marcas de musculo en sus nalgas. Si que tenia buena vista con ese espejo. Nos cansamos y paramos para platicar un rato. El se acostó boca arriba y volteo a verme, me pidió que se acercara con la mirada y los ademanes mas bellos que le he visto. No lo se, me gusta pensar que me quiere, que nos queremos, que nos amamos, nos cuidamos y nos procuramos. Cuando regresamos las llaves en el lobby descubrimos que las bocinas como de súper del hotel anunciaban los cuartos que debían limpiar.
Sentados en la banca seguíamos siendo dos extraños pero queríamos dejar de serlo. Quería empezar a conocerlo y lo hacia con cada movimiento suyo, con cada pestañeo, cada palabra y cada silencio, cada ademan y cada muletilla. Igual quería que el me conociera. Entonces le hable de algo impórtate en mi vida, le explique sobre mi mama. Comencé a llorar a su lado, mi voz se cortaba pero el me escuchaba. Sin decir nada y yo no sabia que pensaba. Se anochecía poco a poco y el ambiente se tornaba naranja desde esa banca de madera en la esquina de la plaza. Lo miraba y crecían en mi ganas de pasar los siguientes nueve días a su lado. Aun siendo desconocidos pero con ansias de conocernos.
Sentada con mis personas favoritas en un ambiente tan relajado, conviviendo Mich, Romina, César y yo. Que guapo se veía ese día con su camisa. Que guapo con el cabello limpio y sin sudor en la frente o sin lagañas en los ojitos. Bebiendo de la misma cerveza los dos.
Estando entre la multitud quisimos separarnos. Subimos las escaleras de caracol que llevaban a la azotea. El clima frio y húmedo mojo el suelo. Sentía el alcohol recorriendo mi cuerpo, adormeciendo mis sentidos y mis barreras pero intensificando mis sentimientos. Mi vejiga llena y tuve que ir a vaciarla sobre el suelo de la azotea.
El se recargo en el tinaco y yo sobre el. Lo abrace y cerré los ojos para sentir su cuerpo cerquita del mío. Sentí su calor, su respiración, su piel, su barba. Recargue mi cabeza en su pecho. Comenzamos a hablar y si, yo estaba borracha pero se que todo lo que le dije fue totalmente sincero. Solo podía pensar en cuanto lo amo, cuanto quiero estar con el, cuanto me gustaría un futuro con el. Y comencé a llorar del sentimiento. "Hoy somos para siempre. Hoy vamos a crecer juntos, vivir juntos, casarnos, envejecer juntos. Te prometo que hoy somos para siempre." Me hizo tan feliz escuchar todo lo que moría por escuchar. Conversamos un largo rato bajo las estrellas y la luna amándonos y sintiéndonos tan infinitos como podíamos.
Podía oler su aliento alcohólico desde lejos y yo sin una sola gota de alcohol en mi cuerpo. Nos sentamos en la esquina de la banqueta. El sobre el pasto y yo sobre sus piernas. Mis brazos rodearon su espalda y por momento su cabeza cuando la acercaba a mi pecho. Nos dijimos tantas cosas bajo los efectos del alcohol. Tantas verdades, miedos y sentimientos. "No te guardo rencor, te juro que te he perdonado pero me dolió mucho, en verdad me dolió." Entonces las lagrimas acudieron a sus ojos y recorrieron sus mejillas. Lo observe sin saber como pedirle perdón y como explicarle las ganas que sentía de borrar esa estúpida carta. Pero solo lo abrace sin decir nada. Y cuando paró de llorar limpie con mi manga las lagrimas de su cara. Le pregunte si sabían saladas y me dijo que no las había probado.
Recuerdo comenzar a llorar sobre su hombro mientras lo abrazaba con fuerza y mi abdomen se apretaba una y otra vez junto con el llanto. "Quiero ser como tu" le dije. Pensaba que estaba cansada de mis problemas, de mi circunstancia. Me dijo "No! Tienes que ser tu misma. Nunca dejes de ser mich, nunca!" Entendí su punto pero no sabia como practicarlo.
El sentado en el lugar del piloto y yo del lado del copiloto. El ambiente muy caluroso y ligeramente húmedo que me hacia sudar. El reclino el asiento y se acostó. Le pregunte si podía acostarme sobre el. Me dijo que si entonces me avente a su pecho. Puse me cabeza abajo de la suya. Sentirlo cerquita de mi me alivia tanto. Entonces la conversación fluyo hasta que menciono que su mama se preocupaba por la situación de mi casa. Me toco justo ahí donde estaba doliendo. Comencé a llorar en silencio sobre su pecho mientras el seguía hablando. El paro de hablar y yo comencé a llorar mas fuerte. El me escuchaba y me abrazaba. Pero no quería hacerlo sentir mal a el entonces me detuve. Ya había llorado un poco. Me limpie las lagrimas y seguimos hablando después de la tensión.
De noche y todo oscuro, el un tanto borracho. Caminamos hacia donde pudiéramos estar solos. Entramos por la primera puerta de la casa siendo muy silenciosos. La cerramos y le pusimos seguro. Cerramos igual la ventana que daba a la calle. Voltee a inspeccionar el lugar. Ropa colgada, la lavadora y secadora, el boiler y el lavabo para la ropa. Recordé esa mala experiencia que había tenido en un lugar así. Entonces le dije a el lo que había recordado. "Si te sientes incomoda solo dime y nos detenemos." Así me hizo sentir cómoda. Me recargue en la pared y el sobre mi. Sentí el calor de nuestros cuerpos y esa tensión que debíamos liberar. Recorría con sus manos mi cuerpo y con sus besos mis labios. Le quité el cinturón, desabroche sus jeans y baje su bragueta. Metí la mano dentro de sus boxers. El hizo lo mismo. Entonces quise hacerle un oral, me arrodille para hacerlo, después el me lo hizo a mi. Sentía su lengua húmeda y cálida que me excitaba.
Se levanto y me cargo. El haciendo mucho esfuerzo y yo un poco incomoda pero se sentía muy bien. Me senté en el lavabo de ropa, subí una pierna a sus hombros. "¡No pares, sigue!" Le decía y el pedía que siguiera hablándole.
Con cada minuto que pasaba me acercaba mas a el momento de poder verlo. Imagine en mi mente los diversos escenarios de como podría ser. Me imagine saliendo por la puerta del aeropuerto para verlo justo ahí en medio de todo, imagine que corría a abrazarlo. Y cada vez podía aguantar menos para verlo. En la sala de espera del aeropuerto antes de subir al avión, hice lo posible para no desesperarme y para no sonreír tanto por la felicidad que sentía de saber que lo iba a ver pronto. En el avión el piloto hablo y dijo que íbamos a llegar mas tarde porque había trafico para aterrizar. Solo podía pensar en lo mucho que deseaba poder mandarle mensaje desde el cielo para avisarle que íbamos retrasados y que el no tuviera que esperarme tanto. Cuando llegamos y estábamos esperando a que salieran las maletas, yo sabia que estábamos a solo una puerta de vernos. Los nervios me estaban comiendo, entonces antes de que salieran las maletas salí. Debo confesar que no fue de ninguna de las maneras que había imaginado. Porque no era la única persona esperando gente, y porque de hecho el estaba afuera de otra puerta. Le mande mensaje y le explique. Entonces lo vi acercarse a mi. Se veía tan bien. Con su suéter oscuro, y sus muchos aretes. Realmente es difícil explicar con palabras lo que sentí cuando nos abrazamos. El mundo desapareció, las personas desaparecieron, el ruido y todo el aeropuerto de pronto se desvanecieron cuando estaba entre sus brazos. Y supe que seria un momento que jamás olvidaría y un abrazo que jamás se repetiría. Entendí lo especial que era ya en mi vida.
Podía sentir el calor en cada parte de mi cuerpo y mi temperatura elevándose tanto que al tocarlo a el, lo sentí frio. Se detuvo y me toco de la frente. Me asuste un poco porque me afirmó que estaba muy caliente. Seguimos caminando para buscar comida, íbamos a las quesadillas. El camino juro que parecía interminable. En cada esquina el volteaba para ver hacia donde debíamos ir. No se como ni cuando pero se aprendió el camino y me guio sin problemas. Íbamos platicando tonterías que ya no recuerdo con claridad. Pero me sentía tan plena a su lado, tomando su mano, siendo guiada por el. Mirándolo a los ojos después de una broma.
Llegamos a las quesadillas y de pronto sin percatarnos nos encontrábamos comiendo de lado. Sentados sobre la banca con las piernas una de cada lado de la banca. Viéndonos de frente y con la mochilas enfrente de nosotros. Hicimos la comida mas lenta que hemos hecho. No se si fue en serio pero esas quesadillas eran como interminables. Nos quemamos con el queso y el aceite. Me daba risa verlo comer con la boca abierta muy campante con su perfo.
Nos sentamos en una banca con nuestro helado de medio litro de limón. Nos estiramos en el asiento y nos aplastamos a compartir el helado mientras pensábamos en la nada. Llego una sordo muda, llegaron unos cuates vendiendo flores, luego otros, uno vendiendo pulseras y a todos les tuvimos que decir que no por el dinero. Llego el señor de los zapatos y le pedimos que lavara mis botas. No teníamos cambio entonces se enojo con nosotros, fue muy incomodó y nos tuvimos que cambiar de banca. Platicamos temas importantes, otros no tanto y disfrutamos del silencio, la música y el ambiente.
Nos acostamos en el sillón verde después de estar un rato en la cocina. Entrelazamos nuestras piernas como nos gusta, el puso su cara en mi pecho y después yo me acosté sobre su pecho. Estábamos muy calientitos. El empezó a roncar cuando yo empecé a dormir así que su ronquidos no me molestaron y sentía su reparación en su cuello. Solo se que no podía estar mas cómoda en ese momento con el, a pesar del estar al filo del sillón.
El día que regresamos de misiones, yo tarde en bañarme aun que fue de la primeras cosas que pensé en hacer llegado a casa. Cuando estábamos hablando por mensaje y me dijo que vendría a verme yo corrí al baño para bañarme antes de que llegara. Abrí la puerta y vi a ese César con quien había pasando tanto tiempo, mas arreglado y en mood de ciudad. Ese día se quedo en mi casa hasta tarde. Pasamos un rato muy agradable juntos y además jugamos basta. Aun no estaba segura de si todo se trataba de una falsa idea de amor que nos habíamos creado por haber vivido una experiencia tan profunda juntos como lo fue misiones. Pero cada vez se sentía mas real estar con el y no me importaba porque mi cuerpo y mi mente deseaban estar con el, pasar tiempo con el, conocerlo mas, besarlo mas, quererlo mas, y tal vez si nos lo permitíamos pasar un futuro juntos.
Para mi nada era tan especial de ese día. Volvía a ver a mis amigas y a todas las personas que había dejado de ver durante las vacaciones. Estaba feliz pero todo pareció normal. Yo seguía a Mich y a romina, pasando el tiempo por la escuela, chismeando nuestras cosas, y platicando cualquier tontería. Lo único que marcaba una muy grande diferencia eras tu, Cesar Daniel, el ahogado, mi amor o quien sea esa persona que era nueva en mi vida pero que marcaba una gran división entre el pasado, el futuro y el presente.
De pronto, yo comiendo un cuernito y salió watty del baño con su actitud de siempre algo tímido. Me pregunto si podía tapar mis ojos y de pronto todo comenzó a tener sentido. La normalidad se termino con ese detalle que no era común de un día. Me tapo los ojos, me sentía muy muy nerviosa. En mi mente pensé en salir corriendo por un momento pero claro que no lo quería hacer. Do pronto escuche en la bocina la canción de Manuel Medrano. Cuando sentí sus manos y sus brazos el miedo se esfumo. Me abrazo y me quito el paliacate, el estaba vestido como misionero. Me encanto ese detalle que solo se le ocurriría a el. La verdad solo pensaba que quería salir corriendo con el o que todos de pronto se desaparecieran para encontrarnos solos. Solo nosotros y así podríamos explicarnos cuantas ganas teníamos de conocernos y pasar un tiempo acompañándonos.
La verdad si estaba un poco asustada. Sabia que era probable lograr entender la complejidad de su mente. Podría entender sus inseguridades, sus lagrimas y sus risas o sus ademanes. Y realmente si lo logre. Entendí un poco mas de su forma de ser, de sus miedos, sus realidades y sus ideas. Fue en ese momento en el que me di cuenta que el miedo no era a conocerlo sino a que me disgustara su verdadera forma de ser porque ya estaba demasiado enamorada como para querer darme la vuelta. El estaba demasiado perdido como para saber en donde estábamos, como para recordar la noción del tiempo o pensar en comida. Entonces nos lleve a los dos al merendero. Ahí podríamos sentarnos a gusto, comer algo rico y olvidar el tiempo. Lloro algunas veces intentando explicar sus sentimientos pero debo ser honesta no logre entenderlo por completo pero creo que todo se trataba de el miedo que tenia de perderme. Quise explicarle que el Único lugar en donde podría perderme seria en su mirada, en su cuerpo o en su mundo.
Definitivamente ha sido de los momentos mas felices que he pasado con el. Nunca me han gustado los mariachis pero ese día decidí que no me importaba si era Justin Bieber, shawn mendes o los mariachis yo iba a disfrutar ese momento con el. Cante a todo pulmón las canciones y si nos me la sabia, me la inventaba. A su lado, los demás desaprecian y podía ser yo misma y gritar cualquier tontería sin preocupación. Disfrute tanto las quesadillas que nos comimos juntos y toda el agua que nos tomamos. La canción de moderatto que tanto me gusta y esa vez la cante a su lado. Era divertido ver a todos vestidos con la misma playera azul que nos habían regalado ese día y poder distinguirlo tan fácil a en el entre la multitud.
Cuando me perfore el septum en el mercado solo quería llorar en tus brazos. Quería decirte que tenias razón pero tu me ibas a molestar con un: yo te lo dije.
No sabes cuanto disfrute cuando te perforaste la lengua. Podía imaginar por la fuerza que aplicabas cuando aprestabas mi mano cuanto te estaba doliendo. Y sentí muy bonito poder estar contigo en ese momento para apoyarte si te dolía. Además me gusta verte haciendo las cosas que te gustan.
De pronto lo vi asomarse por el barandal hacia las escaleras. Verlo siempre me parece algo muy emocionante. Cuando no me siento tan emocionada de verlo, no me importa porque verlo lo hace todo emocionante. Fuimos a comparar galletas a palacio de hierro la cual disfrute mucho. Entramos al cine después de haber hecho una fila larguísima que por supuesto la recorrimos riendo y diciendo tontearías. Decidimos que íbamos a comer y cuando llegamos a la caja fue muy fácil ordenar. Nos sentamos en los asientos de en medio que me parecía muy divertido porque en mu zona favorita pero nunca me siento ahí. Compartimos palomitas y nos abrazamos un rato. Todo contigo es un gran recuerdo, te amo mi amor.
Estábamos acostados sobre la cama. Desnudos y cansados por el esfuerzo del sexo. Yo estaba sobre el. Mi cabeza en su cuello y mis manos acariciando la suave piel de sus brazos. Me sentía tan plena en ese momento, no porque todo fuera perfecto pero porque ese es el sentimiento que logra en mi. De pronto le dije "eres esa persona por quien dejaría todo". Le explique que podría dejar mis planes de no casarme, de no tener hijos, de viajar, vivir y hacer muchas cosas por casarme con él y tener hijos dejando de lado los viaje y la diversión. Entonces él me contesto que no era necesario que yo dejara todo por él. Me explico que lo mejor seria hacer mis planes pero con él. Realmente no fue lo que esperaba escuchar en ese momento pero si era lo mas sano que debía escuchar. Y con eso solo me enamore más.
Subí su sudadera con mis manos desde su pelvis hasta su axilas. Lo admire acostado sobre el sillón de su sala. Admire cada bello que tiene en el pecho. Las marcas de sus costillas, su ombligo. Ese lunar que tiene en el pectoral cerca de su axila. Las marcas de musculo que tiene y las entraditas en su abdomen. Estaba sentada sobre el y entonces me incline para besar sus costados. Lo bese de arriba hacia abajo mientras mis manos lo acariciaban. Sentía su respiración y sus latidos cada vez mas rápido. De pronto no pude mas y comencé a morder su piel. Me incorpore para verlo acostado desde arriba y poder admirarlo mejor. Mis manos recorrieron su pecho y luego bajaron a su abdomen. Después comencé a rasguñarlo con las yemas de mis dedos y el comenzó a retorcerse. Su columna se curvo hacia adentro y cerraba los ojos con fuerza mientras respiraba con ímpetu.
Sentía el agua caliente que recorría mi cuerpo. Nos abrazamos y cerré los ojos. Con los ojos cerrados y sin miedo a nada sentía que nos derretíamos con el calor del vapor y el agua en uno solo. Como dos metales que se unen para forman uno solo ya que individualmente no logran la función que juntos si. Nuestra piel chocando sentíamos la fricción que el agua provoca. Su piel húmeda y suave contra la mía. Mis mejillas tocando su mejilla