24 de enero 2017
Alemania te arrebato de mis ojos, Martin.
26 de enero
¿Y cómo pudiste rechazarme?
Mi timidez
Mi baja autoestima
Mi tranquilidad
Mi pretensión
Rechazar mis dudas anodinas
¿Cómo pudiste dejarte engañar?
Engañado por una noche etérea bajo el éter
¿Cómo pudiste caer?
Caer por mis ojos almendrados
Por mi efímera rebeldía
Por mi aparente inocencia
Por mis gritos nocturnos de vehemencia
Por mi dulce y mutable vulnerabilidad
Por mi pequeña pero ruda estatura
¿Cómo pudiste perderte entre mi mundo para encontrarte en el tuyo tan rápido?
19 de febrero
Porque me enamoraron tus labios corpulentos
Tus ojos tupidos de pestañas largas y lacias
Los muchos signos de puntuación que utilizas
Tus bromas aburridas pero poco predecibles
Tus chamarras invernales en verano
20 de febrero
Siempre escuchaba a la gente decir que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes sin entender lo que decían.
Y no lo entendí hasta que te deje ir.
No puedo decir que llegaste a mi vida en un mal momento.
Llegaste en el mejor de los momentos para estremecer mis pensamientos.
Pero hubiera deseado que no hubieras sido tú.
Nos quisimos tanto que nos dejamos ir.
A veces me gusta imaginar que te encuentro. En un país muy lejano al país en que nacimos, dentro de una librería o en un museo o en una cafetería, tu fumando un puro usando una gabardina bajo la sombra en un día soleando. Y yo el cabello largo, un poco cambiado pero no irreconocible para ti.
9 de abril
Has sido el amor más breve en mi vida pero sin duda el más puro e inocente amor que he tenido. Has sido quien más me ha ayudado. Eres un maldito genio. Te quise y quiero quererte por siempre. Te estaré buscando en cada esquina, y sé que aun que no te encuentre a ti. Encontrare una parte de ti. Una de esas que sembraste en mi cuando me amaste y yo te amé a ti.
¿Recuerdas el día que nos fuimos a recorrer la cuidad en bicicleta? Tú y yo sintiendo el viento en nuestras mejillas, mirando a los coches quedarse atrás. Nos detuvimos para tomarle foto a los coches antiguos que estaban estacionados. Nos equivocamos de calle y tuvimos que regresar para tomar el camino correcto.
¿Recuerdas el día que cocinamos en tu cocina, bajo el sonido de la música en tus bocinas en forma de bala? Tu preparando una pasta color verde de cajita y yo asando la carne a la que le agregue demasiado condimento, tanto que solo pudimos comer un pequeño trozo. Bailamos en la cocina, tú con el cucharon en la mano y yo con la pala. Y cuando estábamos tan cerca de basarnos yo me aleje, sentirme tan bien me asustó.
¿Recuerdas la segunda vez que nos vimos en persona? Tú y yo las dos personas más extrañas del museo. Las fotos que nos tomamos y la manera en que observamos cada pieza de arte. La conversación sobre el machismo y el feminismo que tuvimos. Tú y yo sentados bajo el sol y la sombra de las esculturas en el espacio escultórico. El calor que teníamos por el caluroso clima de ese día. Te quitaste los zapatos y querías convencerme de hacer lo mismo, me explicaste que sentir el viento en los pies era algo exquisito, yo me rehusé porque temía el mal olor de mis pies. Tu intentaste quitarme los por la fuerza, no lo lograste y te rendiste. Conversamos mientras comíamos las frituras que habíamos comprado en un puestito.
¿Recuerdas la noche en que cenamos pizza y bebimos vino en un pequeño restaurante casi escondido? Tú y yo sentados en la mesa que no estaba calzada y se movía de un lado a otro. Quisiste pedir tu pizza de jamón serrano porque no confiaste en mi paladar cuando te propuse pedir la pizza de carpaccio, y cuando la probaste aceptaste que estaba más rica que la tuya. Disfrutamos la luz de la vela en la mesa y la luna, el silencio del pequeño restaurante y nuestra profunda conversación.
¿Recuerdas nuestro paseo por el jardín botánico? El ruido de la cascada y los más escondidos rincones a los que escalamos. Las fotos que nos tomamos junto a los cactus. El sapo que nos encontramos debajo de las rocas. El conducto de agua que seguimos de principio a final. Los espacios angostos entre las piedras gigantes por los que jugamos a las escondidas. El cactus que no compramos en la tienda de recuerdos. El refrescante pasto en el que nos acostamos a descansar. El recorrido en mi coche con tus canciones en la bocina.
Prometiste ser el mejor guía de turistas en la cuidad. Prometiste enseñarme lo bello de la vida. Y que bien lo hiciste.