Hola extraño, ¿cómo has estado? Imagino que estás bien. Te escribo porque hay cosas que me gustaría contarte. Porque sinceramente me gustaría que me escucharas y porque imagino que tú tendrías un buen consejo para esta situación.
He intentado llamarte para descubrir que bloqueaste mis llamadas. Me gustaba saber que podía llamarte y tu estarías ahí. Pero ya no es así. Estoy casi segura que no lo hiciste por nosotros, porque aún te recuerdo la última vez que te llame diciendo que te gustaba que te llamara cuando te dije que tal vez era mejor para ti que dejara de hacerlo. De cualquier forma tal vez resulte bueno para ambos no poder contactarnos.
He estado triste estos últimos días. Te recordé bastante el fin de semana pasado, no supe a qué se debía pero estuviste en mi mente.
Te quise un chingo. Te amé y te amé tanto que llegué a pensar que tú eras la persona con la que podía compartir toda mi vida. Te miré en mi vida a futuro y me enfoque en construir contigo un presente que me permitiera un futuro contigo. Pero hoy lo veo diferente. Ya no creo que seas esa persona, ya no estoy construyendo un presente contigo sino un presente sin ti. Pero el pasado contigo me dejó mucho aprendizaje para hoy.
Aún me parece algo triste. Porque parece que entre nosotros la cagamos para aprender y poder hacerlo mejor con otras personas. No lo sabíamos. Creo que ahora aunque me parezca triste debo agradecerte. Fuimos buenos maestros, porque aunque no nos haya servido para nosotros, aprendimos con amor. Créeme, yo siempre te amé y sé que tú a mi.