Lo observe desde la tarde del sábado hasta la noche del próximo domingo. Nueve días de sus sonrisas, sus carcajadas, sus bromas, gritos y a veces sus lagrimas. Lo observe dormir en el piso, bajo el sol y el viento. Lo observe sudar por miedo, por cansancio, por los nervios y por calor. Lo observe jugar con los niños y regañarlos también. Lo tuve entre mis brazos de día y de noche. Lo tuve por la mañana despeinado y peinado. Escuche su respiración, sus flatulencias, sus ronquidos, sus gritos y sus discursos. Lo vi llorar, sufrir, disfrutar y amar. Lo vi ser él mismo y así fue como me enamore de él.  

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