El sentido de mi vida no existe y si existiera no tendría sentido.
Mi vida es el conjunto de momentos que he vivido y el conjunto de momentos que voy a vivir unidos por un solo momento, el cual lo determina todo. Sin el momento presente, el pasado no tendría sentido y mucho menos el futuro. Porque soy las decisiones que he tomado para llegar hasta aquí y que a la vez me llevarán a un mañana. El sentido de mi vida lo encuentro y lo pierdo todos los días. Es algo que construyó con cada paso que doy, con cada palabra que pronunció o con cada decisión que tomó.
Si nacieramos sabiendo cual es el sentido de nuestras vidas, moriríamos al día siguiente de haber nacido.
El sentido de mi vida lo podré definir sin palabras el día de mi muerte. El día que no me quede más por hacer, ni más por vivir o más por decir.
Lo que sí puedo decir hoy acerca del sentido de mi vida es que para encontrarlo solo quiero vivir al máximo. Vivir para mi, es tocar la parte más profunda de mi misma. Es escuchar lo que mi interior tiene que decirme. Creer en mi intuición. Por eso, cada paso que doy lo hago escuchando mi interior. Sé que cometeré muchos errores. Tomaré caminos incorrectos. Pero también sé que nunca será en vano. Porque los errores se convertirán en parte de mi vida y serán una señal de que estoy viviendo, de que sigo siendo humano.
El sentido de mi vida tiene que ver con la diversidad, con estar abierta a la mayor cantidad de ideas, de lugares, de momentos, de personas, y de viajes posibles. No me interesa casarme con una sola vida. Me interesa vivir muchas, ser nómada en muchos sentidos. Ser nómada al punto de probar el sedentarismo.
Quisiera conocer todo el potencial que hay dentro de mi. Conocer mis límites, mis fronteras. Saber que sí y que no y cuánto de cada cosa. Cuanto puedo aguantar el aire. Cuántas palabras puedo decir antes de agotarme. Cuánto amor puedo ofrecer a mi familia, cuanto a mi pareja, cuanto a la humanidad, cuanto a una mascota, cuanto a una especie exótica, cuanto a una planta o cuanto a un árbol. Quisiera saber cuánto frío y cuánto calor puede soportar mi cuerpo. Cuánto peso puedo cargar mi espalda. Cuantos pasos puedo dar sin detenerme y que tan lejos puedo llegar.
Creo que el sentido de mi vida es aprender a morir. Porque cuando muera habré aprendido el sentido de mi vida, habré conocido la vida en su máximo esplendor y lo único que me faltará será despedirme de la tierra en la que hoy habito.